Marcos Vidal

20/11/2010

Concerto bacana e lotadésimo do Marcos Vidal.

Letras profundas e melodias lindas como esta:

El payaso

Era capaz de hacer a un niño reír sin parar,
tenía ocurrencias tan geniales, solo él era capaz.
La cara pintada de colores y en la mano un violín,
que sonaba más o menos pero hacía reír.
Y el caso es que en el fondo era un infeliz,
le parecía ridículo pintarse la nariz,
lucía mucho más un salto mortal
y él quería ser equilibrista
y oír sobre la pista ovaciones
en vez de tanto reír.

Nunca supo asumir su posición, sin darse cuenta
que hacía feliz a tantos en su papel de cenicienta.
Que si un día faltase en el circo llegaría a su fin
que nunca sería el mismo sin su violín.
Pero él seguía empeñado en ser infeliz,
se veía tan ridículo pintada la nariz,
soñaba todavía con el trapecio,
pretendía ser equilibrista
y oír sobre la pista ovaciones
en vez de tanto reír.

Fue una mañana blanca, invernal, tras el ensayo,
no pudo resistirlo mas, se subió en el travesaño,
y al verse en la altura
sintió subirle el vértigo hasta la nuez,
y no habían puesto mallas la ultima vez…
apenas sintió nada cuando cayó,
el domador, que regresaba, fue el primero que le vió.
Logro salvar la vida y un mes más tarde le dijeron:
‘Todo ha terminado, el circo ha cerrado,
ya no venían niños a la función.’

Hoy vive retirado en algún lugar, en las afueras,
pegado día y noche a su silla de ruedas,
parece que ha terminado aceptándose por fin,
que incluso algunas veces toca el violín.
Diez niños le visitan y le hacen feliz,
cuando les ve llegar a lo lejos, se pinta la nariz.
Y cuando alguno se burla con desprecio, él contesta:
‘Sería un miserable, sería yo el culpable,
si no cumpliese la misión que recibí.
Porque aunque fui un fracaso,
soy de profesión payaso,
no me juzgues mal, Dios me hizo así’

Convidamos uma dúzia de amigos para comer feijoada.

Típica correria que vale a pena fazer.

Peguei a receita da D. Zê e mandamos ver.

Bel e eu na cozinha, Igor nos bastidores arrumando a casa.

Temperamos tudo com todo o amor, alho, loro, bacon e cebola que pudemos.

Se ficou bom? ÓBVIO!

(A modéstia, vocês já sabem, eu perdi faz tempo).

«É a melhor que eu já comi na vida!» – comentário do Sisquim (apelido do Francesc, marido da Ana, dedutivelmente mineira).

Para ajudar no clima bacana, o Tiago, fanático por vinis, colocou para funcionar a vitrola véia que o tio deixou no apartamento e pensávamos que estava quebrada. Ouvimos raridades animais da coleção que estava aqui empoeirando.

Foram boas horas de música boa, risada e comilança com a galera.